miércoles, 24 de noviembre de 2010

LA DONCELLA SIN MANOS/Anne Sexton/traducción Patricia Rivas.



¿Es posible

que alguien despose al lisiado

carente de admiración?

¿Es acaso el deseo de tener al mutilado

para que ninguno de nuestros carniceros

vengan a él con sierras

o delgadas pinzas de precisión?

Dama, entrégame tu pierna de madera

para que te sostengas en mi par de rosados pies.

Si alguien quema tu ojo

tomaré su cuenca

y la usaré como cenicero.

Si han tenido que sacarte el útero

yo te daré una corona de laurel

para ponerla en su lugar.

Si has tenido que cortar tu oreja

te daré un cuervo

que escuchará perfectamente.

¡Mi manzana no tiene un gusano!

¡Mi manzana esta completa!

Había una vez

Un malvado padre

que cortó las manos de su hija

para escaparse del mago.

La doncella sostenía sus muñones

tan inútiles como garras de perro

y eso hizo que el mago

la deseara. Quería lamerla

como una conserva de fresas.

Ella lloró en sus muñones

tan dulce como agua de loto

tan denso como el petróleo,

tan combustible como el aceite de castor.

Sus lagrimas la rodearon como canales.

Sus lagrimas entonces la purificaron

Para que el mago no pudiera acercarse.

Ella abandonó la casa paterna

para vagar en los bosques prohibidos,

y en el mejor, el mas querido de los bosques del rey.

Ella estiró su cuello como un elástico,

arriba, arriba, para tomar un bocado de una pera

que colgaba del árbol del rey.

Mírala por un instante, la imagen perfecta

de una naturaleza muerta.

Después de todo,

ella no podía alimentarse

o bajarse los calzones

o lavarse los dientes.

Ella estaba, decía yo,

sin recursos.

El rey la espió

en el momento de estirarse arriba, arriba

y pensó, por la gracia de

Eeny, Meeny, Miny, Mo-

la tomaré por esposa.

Fue así que se casaron

y vivieron juntos en un cubo de azúcar.

El rey hizo unas manos de plata echas para ella.

Eran pulidas todos los días y puestas en su lugar,

pequeños guantes de estaño.

La corte se inclinaba a distancia a la vista de ellos.

Los caminantes se detenían y se santiguaban.

Todos decían: ¡Que extraordinario hombre!

Enviándole con sus labios un beso.

Pero esto no fue suficiente

puesto que el rey fue llamado a la guerra.

Por supuesto la reina estaba embarazada

así que el rey la dejó al cuidado de su madre.

“Cómprale una carreola”, dijo él

“y envíame un mensaje cuando nazca mi hijo.

No quiero malos augurios

o ver un colchón quemado”.

Él era supersticioso,

puedes entender su punto de vista.

Cuando nació su hijo

su madre le envió un mensaje

pero el mago lo interceptó,

diciendo, en cambio, que había nacido una gárgola

Al rey no le importó.

Ya estaba acostumbrado a este tipo de cosas.

Él contestó: “Protéjanlo”,

pero el mago interceptó el mensaje

diciendo: “Maten a ambos;

que les saquen los ojos

y les corten la lengua y me sean enviados;

quiero tener una prueba”.

La madre,

ahora la abuela-

una vocación extraña ser madre del todo-

les dijo que huyeran a los bosques.

La reina llamó a su hijo

Portadordeldolor

y voló a una cabaña segura en los bosques.

Ella y Portadordeldolor estaban tan bien ahí

que sus manos volvieron a crecer.

Los diez dedos como injertos de espárrago,

las palmas tan saludables como panqués,

tan suaves y rosas como polvos para la cara.

El rey regresó al castillo

y escuchó el relato de su madre

y entonces se internó durante siete años en los bosques

sin volver a comer nada,

o eso dijo,

yendo más lejos que Mahatma Gandhi.

Era bueno y amable como ya lo he dicho.

Por eso encontró a su bien amada.

Ella vino a su encuentro con las manos de plata.

Ella vino a su encuentro con Portadordeldolor

Él se dio cuenta que ellos

estaban desafortunadamente completos.

Ahora los carniceros vendrán a mí,

pensó, puesto que perdí mi suerte.

Eso creó un miedo insidioso en él

como una lengua opresiva apretando fuerte

detrás de su garganta.

Pero era bueno y amable

así que hizo lo mejor

como un bateador ambidiestro.

Regresaron al castillo

y tuvieron una segunda fiesta de bodas.

Esta vez, él puso un anillo en su dedo

y bailaron como dandies.

Durante toda su vida conservaron las manos de plata,

diariamente pulidas,

como una especie de corazón púrpura,

como un talismán,

como una estrella amarilla.

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