viernes, 3 de diciembre de 2010

El apego


Aquel que se aplica a lo que debe ser evitado y no se aplica a lo que debe ser obtenido y abandona su búsqueda, abocándose a los placeres, envidiará al que ha procedido de modo contrario.

-No identificarse con lo que es agradable ni identificarse con lo que es desagradable; no mirar a lo que es placentero ni a lo que es displacentero,porque en ambos lados hay dolor.

-Evita la identificación con lo querido, porque la separación de ello representa dolor; las ataduras no existen para aquel que no hace diferencias entre querido y no querido.

- Del placer nace el sufrimiento; del placer nace el miedo. Para aquel totalmente libre de placer no hay dolor, y mucho menos miedo.

-Del deseo surge el dolor; del deseo surge el miedo. Para aquel que está libre de deseo ni hay dolor ni mucho menos miedo.

- Del apego surge el sufrimiento; del apego surge el miedo. Para aquel que está libre de apego ni hay dolor ni mucho menos miedo.

-De la avidez surge el sufrimiento; de la avidez surge el miedo. Para aquel que está libre de avidez ni hay dolor ni mucho menos miedo.

- Del aferramiento surge el sufrimiento; del aferramiento surge el miedo. Para aquel que esta libre de aferramiento ni hay dolor ni mucho menos miedo.

-El que es perfecto en virtud y Visión Cabal está establecido en la Doctrina, dice la verdad y cumple su deber y es venerado por la gente.

-El que ha desarrollado el anhelo por lo Incondicionado tiene la mente motivada y no condicionada por los placeres materiales, es denominado uno que No-retorna.

- Un hombre ausente por largo tiempo y que vuelve estando a salvo, recibe la mejor bienvenida de sus parientes y amigos. Del mismo modo, los buenos actos que se efectúan en esta existencia recibirán la mejor bienvenida en la próxima, como el vecino recibe al ser querido que vuelve.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

HANSEL Y GRETEL/TRANSFORMACIONES/ANNE SEXTON/TRADUCCIÓN: PATRICIA RIVAS


Mi pequeña ciruela,

dijo la madre a su hijo,

Quiero morderte,

Quiero masticarte,

quiero comerte.

Pequeño muchachito

dulce como un fudge,

eres mi pastel de crema.

Escupiré en ti para la suerte

puesto que eres mejor que el dinero.

Tu cuello es suave

como un huevo cocido;

tersas mejillas, mis peras,

deja susurrarte en el cuello

y tomar un bocado.

Tengo una cazuela que te ajusta.

Solo dobla tus rodillas como jugando a la gallina.

Deja tomar tu pulso

y poner el horno a 350 grados.

¡Ven, mi pretendiente, mi buñuelo,

mi engañador, mi polluelo!

¡Ay suculento mío,

estoy a un paso de convertirme

en un caníbal!

Hansel y Gretel

y sus padres

pasaban por un momento terrible.

Habían cocinado al perro,

y lo habían servido como trozos de cordero.

Solamente quedaba una hogaza de pan.

La solución final,

le dijo la madre al padre,

es perder a los niños en el bosque.

Tenemos suficiente pan para nosotros

pero no para ellos.

Hansel escuchó esto

y llevo guijarros con él

hacia el bosque.

El arrojaba uno cada cinco pasos

y después, cuando sus padres los dejaron ahí,

ellos siguieron los guijarros a casa.

Al día siguiente su madre les dio

a cada uno una rebanada de pan

como una página arrancada de una Biblia

y los echó de nuevo fuera.

Esta vez Hansel tiró pedazos de pan.

Los pájaros, sin embargo se los comieron

y así se encontraron perdidos finalmente.

Estaban cegados como gusanos.

eran como hormigas dentro de un guante

sin saber que dirección tomar.

El sol estaba en Leo

y el agua brotaba de la cabeza del león

pero seguían sin saber el camino.

Así que vagaron por veinte días

y veinte noches

hasta que llegaron a una casa estilo rococó

hecha toda de comida desde sus ventanas

hasta su chimenea de chocolate.

Una bruja vivía en esa casa

y los dejó entrar.

Ella les ofreció una abundante cena

para cebarlos

y entonces se durmieron,

con zetas saliendo de sus bocas como moscas.

Entonces ella agarró a Hansel,

el más listo, el más grande,

el más jugoso

y lo encerró en el establo.

Todos los días lo alimentaba con hígado de ganso

para que se pusiera gordo,

para que estuviera tan relleno

como un cochero gordinflón,

ese caballero del látigo.

La bruja planeaba cocinarlo

y devorarlo

como en un festín

después de la guerra santa.

Ella habló con Gretel

y le dijo como su hermano

podía ser mejor que el carnero;

como un estremecimiento podía traspasarla

si lo olía cocinándose;

le enseñó como poner la mesa

y repartir los cubiertos

y no ser negligente con ninguno de los refinamientos.

Gretel

que no había dicho nada hasta entonces

asintió con la cabeza y lloró.

Ella que nunca arrojó piedras o pan

Se porto astuta y se hizo la tonta.

La bruja la miró

con otros ojos y pensó:

¿Porqué no esta engreída doncella

como un aperitivo?

Ella le dijo a Gretel

que tenía que trepar al horno

para ver si cabía en el.

Gretel habló finalmente:

Ja, Fräulen, enséñame como tengo que hacerlo.

La bruja pensó que esto era justo

y subió para enseñarle la manera.

Era como hacer gimnasia.

Gretel,

viendo su momento en la historia,

cerró enseguida el horno,

atrancando rápidamente la puerta,

tan rápida como Houdini,

Y puso el horno a asar.

La bruja se volvió tan roja

como la bandera japonesa.

Su sangre comenzó a hervir como Coca-Cola.

Sus ojos comenzaron a derretirse.

Estaba en la olla.

Un incidente ciertamente memorable.

Por su parte Hansel y Gretel,

escaparon y regresaron a casa con su padre.

Su madre,

estarán contentos de escucharlo, había muerto.

Solamente a la hora de cenar

mientras están comiendo una pierna de pollo

nuestros niños recuerdan

el dolor del horno,

el olor de la bruja cocinándose,

un poco como un carnero,

para ser servida solo con borgoña

y en elegante lino blanco

como algo religioso.