¿Es posible
que alguien despose al lisiado
carente de admiración?
¿Es acaso el deseo de tener al mutilado
para que ninguno de nuestros carniceros
vengan a él con sierras
o delgadas pinzas de precisión?
Dama, entrégame tu pierna de madera
para que te sostengas en mi par de rosados pies.
Si alguien quema tu ojo
tomaré su cuenca
y la usaré como cenicero.
Si han tenido que sacarte el útero
yo te daré una corona de laurel
para ponerla en su lugar.
Si has tenido que cortar tu oreja
te daré un cuervo
que escuchará perfectamente.
¡Mi manzana no tiene un gusano!
¡Mi manzana esta completa!
Había una vez
Un malvado padre
que cortó las manos de su hija
para escaparse del mago.
La doncella sostenía sus muñones
tan inútiles como garras de perro
y eso hizo que el mago
la deseara. Quería lamerla
como una conserva de fresas.
Ella lloró en sus muñones
tan dulce como agua de loto
tan denso como el petróleo,
tan combustible como el aceite de castor.
Sus lagrimas la rodearon como canales.
Sus lagrimas entonces la purificaron
Para que el mago no pudiera acercarse.
Ella abandonó la casa paterna
para vagar en los bosques prohibidos,
y en el mejor, el mas querido de los bosques del rey.
Ella estiró su cuello como un elástico,
arriba, arriba, para tomar un bocado de una pera
que colgaba del árbol del rey.
Mírala por un instante, la imagen perfecta
de una naturaleza muerta.
Después de todo,
ella no podía alimentarse
o bajarse los calzones
o lavarse los dientes.
Ella estaba, decía yo,
sin recursos.
El rey la espió
en el momento de estirarse arriba, arriba
y pensó, por la gracia de
Eeny, Meeny, Miny, Mo-
la tomaré por esposa.
Fue así que se casaron
y vivieron juntos en un cubo de azúcar.
El rey hizo unas manos de plata echas para ella.
Eran pulidas todos los días y puestas en su lugar,
pequeños guantes de estaño.
La corte se inclinaba a distancia a la vista de ellos.
Los caminantes se detenían y se santiguaban.
Todos decían: ¡Que extraordinario hombre!
Enviándole con sus labios un beso.
Pero esto no fue suficiente
puesto que el rey fue llamado a la guerra.
Por supuesto la reina estaba embarazada
así que el rey la dejó al cuidado de su madre.
“Cómprale una carreola”, dijo él
“y envíame un mensaje cuando nazca mi hijo.
No quiero malos augurios
o ver un colchón quemado”.
Él era supersticioso,
puedes entender su punto de vista.
Cuando nació su hijo
su madre le envió un mensaje
pero el mago lo interceptó,
diciendo, en cambio, que había nacido una gárgola
Al rey no le importó.
Ya estaba acostumbrado a este tipo de cosas.
Él contestó: “Protéjanlo”,
pero el mago interceptó el mensaje
diciendo: “Maten a ambos;
que les saquen los ojos
y les corten la lengua y me sean enviados;
quiero tener una prueba”.
La madre,
ahora la abuela-
una vocación extraña ser madre del todo-
les dijo que huyeran a los bosques.
La reina llamó a su hijo
Portadordeldolor
y voló a una cabaña segura en los bosques.
Ella y Portadordeldolor estaban tan bien ahí
que sus manos volvieron a crecer.
Los diez dedos como injertos de espárrago,
las palmas tan saludables como panqués,
tan suaves y rosas como polvos para la cara.
El rey regresó al castillo
y escuchó el relato de su madre
y entonces se internó durante siete años en los bosques
sin volver a comer nada,
o eso dijo,
yendo más lejos que Mahatma Gandhi.
Era bueno y amable como ya lo he dicho.
Por eso encontró a su bien amada.
Ella vino a su encuentro con las manos de plata.
Ella vino a su encuentro con Portadordeldolor
Él se dio cuenta que ellos
estaban desafortunadamente completos.
Ahora los carniceros vendrán a mí,
pensó, puesto que perdí mi suerte.
Eso creó un miedo insidioso en él
como una lengua opresiva apretando fuerte
detrás de su garganta.
Pero era bueno y amable
así que hizo lo mejor
como un bateador ambidiestro.
Regresaron al castillo
y tuvieron una segunda fiesta de bodas.
Esta vez, él puso un anillo en su dedo
y bailaron como dandies.
Durante toda su vida conservaron las manos de plata,
diariamente pulidas,
como una especie de corazón púrpura,
como un talismán,
como una estrella amarilla.
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